Las válvulas solenoides son componentes esenciales en los sistemas de automatización industrial, donde se utilizan para controlar el flujo de fluidos, ya sean líquidos o gases, mediante el uso de un electroimán. Estos dispositivos se encuentran en una amplia variedad de aplicaciones, desde sistemas de control de temperatura hasta maquinaria pesada. Sin embargo, con el creciente enfoque en la sostenibilidad y la seguridad ambiental, surge una preocupación importante: ¿cómo podemos asegurarnos de que estos dispositivos no contribuyan a la contaminación y sean más seguros tanto para el medio ambiente como para la salud humana?

    Una de las regulaciones clave en Europa que busca reducir los impactos ambientales y mejorar la seguridad de los productos es la directiva RoHS (Restriction of Hazardous Substances), que restringe el uso de ciertas sustancias peligrosas en equipos eléctricos y electrónicos. Este conjunto de regulaciones afecta directamente a la fabricación de válvulas solenoides, especialmente en aquellas industrias que buscan cumplir con las normativas ambientales europeas. Así, surge la necesidad de fabricar válvulas solenoides "conforme a RoHS", lo que significa que se producen sin el uso de sustancias restringidas como el plomo (Pb), el mercurio (Hg), el cadmio (Cd), el cromo hexavalente (Cr VI), los bifenilos polibromados (PBB) y los éteres difenilpolibromados (PBDE).